ROQUE ORTEGA MURILLO
Con la victoria aplastante de Juan Manuel Santos frente a Antanas Mockus se ratificó el triunfo del clientelismo, la picardía, el miedo al cambio, y el continuismos del uribismo, según el nuevo Presidente elegido, el mejor gobierno de la historia colombiana; perdió no un proyecto político, sino una ola verde entusiasta, que finalmente resultó ser un partido ambiguo y confuso, incompetente para cautivar a los abstencionistas. Perdió el país.
Curiosamente el mejor gobierno deja una estela de corrupción al gobernar con un congreso en un 70 por ciento manejado por la parapolítica, una elección comprada, un incremento de los crímenes de Estados, un crecimiento del número de desplazados, la consolidación de una empresa criminal como ha sido el Das, con unas de las tasas de desempleo más alta del continente, con el triste record de ser el país donde el ejerció del sindicalismos significa colocarse una lápida; de 101 sindicalista asesinados en el mundo, nuestra cuota fue de 48 lideres ejecutados y el aumento de la pobreza, sin desmeritar las bajas que le ha propiciado a la Farc, antes del fin, nunca llego, la culebra continua vivita y coleando, ejerciendo la criminalidad. El no acabar con el grupo subversivo en 8 años fue un fracaso, esta empresa resulto ser un verdadero falso positivo.
El nuevo Presidente Juan Manuel Santos propone un gobierno de unidad nacional, la pregunta que nos planteamos los colombianos, es, ¿bajo qué criterios?, porque tal unidad puede ser los acuerdos burocráticos para continuar repartirse la torta entre una clase política mafiosa, mientras que la mayoría de la población seguirá sumida en la desigualdad e inequidad social.
Aquí ganó la confianza inversionista, programa nefasto para los intereses del país, donde los emporios económicos trasnacionales obtienen licencia para saquear los recursos mineros, desplazando comunidades indígenas y afro descendientes, igualmente el crecimiento de grandes plantaciones de palmas africanas, con el propósito de obtener biocombustibles y de no producir alimentos, donde paradójicamente, muchos compatriotas mueren de hambre o padecen desnutrición, donde diez millones de hectáreas son improductivas. No hay que olvidar que muchos de esos macro proyectos agrícolas, eran tierras de miles de campesinos, que hoy en día forman parte el ejército de cuatro millones de desplazados.
También triunfó el abstencionismo y no la democracia como aseguro el ex presidente Belisario Betancur, 9 millones de votos no representa la mayoría de la población.
Ganó el orgullo de haber bombardeado a un país hermano como el Ecuador para eliminar a Raúl reyes, violando la soberanía y los tratados internacionales, y que a Colombia la comparen con Israel, desde luego semejante alago es motivo de alegría para Santos. Sentirse orgulloso de atacar a otro país, no veo el jactancia por ningún lado. Es un acto criminal censurable.
De continuar con la política de privatización de las empresas del Estado, tal como aconteció durante ochos años de gobierno de Álvaro Uribe Vélez, en las cuales se liquidaron más de cincuentas entidades entre las que se destacan Banco Cafetero, la Caja Nacional de Prevención Social, a esto se le agrega el cierre de varios hospitales importantes del país, sin duda acabará con el patrimonio del Estado.
Lo preocupante para el futuro político del país es el afianzamiento del poder de un proyecto político que no le ha dado garantía a la oposición, antes por el contrario a estigmatizado y señalado de terroristas a sus contrincantes ideológicos, descalificando a los fallos judiciales, cuando estos afectan a sus aliados. La situación puede empeorar si la propuesta de Santos de elegir el Fiscal dependa del Presidente, sea aprobada por un Congreso totalmente gobiernista. Seguramente eso va suceder; se necesita evitar investigar y castigar a sus compinches. Hay que maniatar a la justicia y nombrar a Álvaro Uribe Vélez, senador vitalicio, tal como lo propuso el senador Roy Barrera.
Si realizamos una analogía con el Campeonato mundial de Fútbol, el país perdió por goleada, la ley 100, seguirá destrozando la seguridad social, ganó la guerra; sucumbió el acuerdo humanitario, triunfó el programa de Acción Social, pero pierde la pobreza, dicho esquema genera más miseria y votos, tal como está planteado su accionar es darle el pescado a los pobres y no enseñarle a pescar. Las relaciones comerciales con los principales mercados para el país se convierten en una incertidumbre; el nuevo Presidente de los colombianos mantiene una amistad entredicha con Ecuador y Venezuela. Unamos una plegaria ¡Dios ten Piedad!
